martes, 17 de enero de 2012

Acerca de las quemaduras


INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

El tratamiento de las quemaduras ha sido siempre objeto de máxima preocupación desde que el hombre descubrió el fuego, no sólo por la elevada mortalidad consecuencia de las mismas, sino por los trastornos y graves secuelas a que dan lugar y que alteran por completo el futuro social y vital de los quemados, llegando en muchas ocasiones a ser causa de suicidios. PACK y TREVES citan 34 casos recogidos entre pacientes con secuelas posquemaduras.

En la antigüedad lal preocupación se centraba, más que en la posibilidad de salvar a los grandes quemados, en el tratamiento de las quemaduras no tan graves y, sobre todo, en lo que concierne al tratamiento y disminución del dolor. Antes de Hipócrates se sabe de similitud de preparaciones, fórmulas y ungüentos, la mayoría empíricas, destinadas principalmente a calmar el dolor, preocupación humana de todos los tiempos. En historia de las quemaduras el tratado de FABRICIO DE HILDEN (1607), constituye un verdadero eslabón al que prestar atención. Hizo un estudio detallado y metódico, y clasificó a las quemaduras desde su aspecto anatomoclínico, clasificación que aún perdura en nuestros libros de texto, e incluso sirve de guía en nuestra clínica habitual.

Y así, le siguieron numerosos clínicos; entre ellos PARKINSON (1799) recomendó el alcohol como método empírico, antiséptico y anticoagulante; y muchos otros, hasta llegar al barón de DUPUYTREN, que, en 1832, precisa y describe las lesiones por quemadura y establece una clasificación de las mismas según su profundidad, clasificación como veremos, muy precisa e histológica.

Alternativamente se suceden numerosas tentativas en cuanto a la solución del problema de las quemaduras y  vemos que a lo largo de las últimas décadas se han repetido, recomendándolas y abandonándolas sucesivamente, muchas técnicas y orientaciones en el tratamiento de los grandes quemados, tanto desde el punto de vista local como desde el punto de vista de su terapéutica general orgánica. Ya insistiremos al hablar de las curas a presión, cura al aire, etc., sobre estos extremos.

En 1937 se puede considerar que empieza un nuevo hito en la historia del tratamiento de las quemaduras, ya que el Congreso Francés de Cirugía propone este tema para estudio y discusión y tiene como ponentes hombres de ciencia muy destacados. En todos los países europeos y americanos la preocupación por los quemados va en aumento y las diversas sociedades de cirugía, primero, y ulteriormente en la actualidad, las sociedades de cirugía plástica de las diversas naciones se ocupan y preocupan intensamente de la solución de este gran azote de la humanidad, tanto desde el punto de vista de su mortalidad como desde el punto de vista de su morbilidad y secuelas; es decir, de sus consecuencias y trascendencia por tanto, en la vida social no ya sólo de las comunidades, sino de los pueblos y naciones enteras.

No hay que decir que las guerras, en todos los tiempos, han influido en esta preocupación y, en consecuencia, en el avance sobre la compresión y el tratamiento de las quemaduras. En nuestra época o era atómica, es evidente que dicha preocupación aumenta, si cabe, hasta un máximo insoslayable, ya que sabemos que en la guerra del futuro la quemadura en general, y la quemadura atómica en particular, puede constituir el mayor problema médico y terapéutico de la humanidad. En el momento actual ya tenemos una sociedad internacional  que se preocupa única y exclusivamente de los grandes quemados, investigación clínica y terapéutica de las quemaduras, fundada en 1965; esta "Sociedad Internacional sobre las Quemaduras" ha efectuado ya dos congresos internacionales sobre dicho tema y prepara un tercero en Praga. Esta sociedad esta constituida por médicos procedentes de los más diversos campos de la patología médica, de la investigación, del campo de la cirugía en general y sobre todo del campo de la especialidad que actualmente ha enarbolado la bandera de la lucha contra el gran quemado: la cirugía plástica.

Hoy día el capítulo de las quemaduras forma, por tanto, una verdadera especialidad dentro de la cirugía, una verdadera especialidad que precisa un tratamiento en centros apropiados, en centros idóneos con personal altamente especializado y que conozca a fondo el inmenso problema de las múltiples facetas a considerar y tratar en el gran quemado. En todo el mundo civilizado existen centros de urgencia para estos heridos, centros estatales y particulares. Entre los primeros "La Unidad de Quemados" de Birmingham, oficiosamente primero (1944) y oficialmente más tarde (1952) puede considerarse el primer centro destinado auténtica y exclusivamente para quemados. Siguieron otros muchos entre los que destacamos los de Buenos Aires (1950), Lyon (1952), París, etc. En nuestra patria empezamos también a ponernos al día en este aspecto, y esperamos que tras los centros pilotos constituídos en Madrid y Barcelona con todos los medios al alcance de las modernas posibilidades, seguirán otros muchos y el gran quemado en España no estará a merced del primer médico o practicante, que, sin los conocimientos apropiados, trate a estos pacientes en su período inicial de urgencia, tan vital, como veremos, para su ulterior evolución.


De "Fisiopatología y Tratamiento de las Quemaduras y sus Secuelas" por el Dr. Lorenzo Mir y Mir; Editorial Científico-Médica, Barcelona, 1969.