miércoles, 31 de octubre de 2012

¿Qué es una nación?



"¿Qué es una nación" La realidad nacional. "Qué es la realidad nacional?" Deberíamos comenzar por formularnos la pregunta que sirve de título a la célebre conferencia pronunciada por Ernesto Renán en la Sorbona el 11 de marzo de 1882: ¿Qué es una nación? No es, desde luego, -advierte Renán-, el montón de súbditos de una dinastía. No es tampoco, el conjunto de individuos de una misma raza, o que hablan una misma lengua, o que practican una misma religión, o que habitan un mismo territorio. Todos éstos pueden ser, y suelen ser, elementos naturales de una nación; pero, por sí solos, aún todos reunidos, no la forman, no la constituyen, no le dan vida.

Una nación, contesta Renán, es un alma, un principio espiritual, resultante de profundas complicaciones de la historia, una familia espiritual. Poseer glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente, haber hecho grandes cosas juntos, querer hacerlas todavía, he ahí las condiciones esenciales para ser un pueblo. E insiste Renán: en el pasado una herencia de gloria y de recuerdos a compartir, en el futuro un idéntico programa a realizar, haber sufrido, gozado y esperado juntos, esto vale más que las aduanas comunes y las fronteras adecuadas a ideas estratégicas; esto se entiende a pesar de todas las diversidades de lengua y de raza.

Resumamos, pues: una nación es una creación histórica; es decir, una creación cultural; es decir, un resultado de la libertad creadora. Lo que configura a una nación es la conciencia nacional, o sea un hecho espiritual. Y la conciencia nacional no existe sin el sufrimiento en común que, al decir de Renán, liga más que la alegría. Y, no hay que olvidarlo, sin el programa a realizar.

De "Alberdi y la realidad nacional" de Mario Justo López; Editorial Astrea, Buenos Aires, 1972.

martes, 30 de octubre de 2012

"La náusea": Jean Paul Sartre


Jean Paul Sartre (1905-1980)

Algo comienza para terminar: la aventura no admite añadidos; sólo cobra sentido con su muerte. Hacia esta muerte, que acaso sea también la mía, me veo arrastrado irremisiblemente. Cada instante aparece para traer los siguientes. Me aferro a cada instante con toda el alma; sé que es único, irremplazable y, sin embargo, no movería un dedo para impedir su aniquilación. 

El último minuto que paso en brazos de una mujer conocida la antevíspera –minuto que amo apasionadamente, mujer que estoy a punto de amar- terminará, lo sé. Me inclino sobre cada segundo, trato de agotarlo; no dejo nada sin captar, sin fijar para siempre en mí, nada, ni la ternura fugitiva de esos hermosos ojos, y sin embargo, el minuto transcurre y no lo retengo; me gusta que pase.

Y entonces de pronto algo se rompe. La aventura ha terminado, el tiempo recobra su blandura cotidiana. Ahora el fin y el comienzo son una sola cosa. Aceptaría revivirlo todo, en las mismas circunstancias. Pero una aventura no se empieza de nuevo ni se prolonga.

lunes, 29 de octubre de 2012

Dante y la Divina Comedia

Dante Alighieri (1265-1321)

No se conoce mucho acerca de la biografía de Dante Alighieri, excepto que era hijo de un jurisconsulto florentino y que tomó activa parte en los asuntos políticos de su ciudad natal durante la primera mitad de su vida. A despecho de su absorción por la política, se las compuso para adquirir un completo dominio del conocimiento filosófico y literario de la época. En 1302 el partido al que pertenecía fue despojado del poder y él se vió obligado a marchar al exilio por el resto de su existencia. Casi todos sus escritos responden a este período.

Dante llamó a su obra magna simplemente Comedia, pero sus panegiristas del Renacimiento se refirieron siempre a ella como La Divina Comedia, y con este nombre ha llegado hasta nuestros días. Escuetamente, puede considerársela como el drama de las luchas, tentaciones y final redención del alma. Pero en realidad es mucho más que esto, ya que constituye un sumario completo de la cultura medieval, una magnifica síntesis de la filosofía escolástica, la ciencia, la religión y los ideales éticos y económicos de la gran edad feudal.

El tema dominante es la salvación del individuo por la razón y la gracia divina conjugados, pero abarca muchos temas más. El universo es concebido como un mundo finito del cual la tierra es centro y el cual todo lo existente ha sido creado para beneficio de las criaturas. Los fenómenos naturales se explican con relación al esquema divino de paz y justicia en la tierra, y la salvación en la vida del más allá. El libre albedrío capacita a los seres humanos para que elijan el bien y eviten el mal.El peor de los pecados humanos es la traición o abuso de confianza; los que proceden de la debilidad de la carne son pecados veniales. 

En muchos sentidos, Dante fue un humanista. Amaba a los clásicos y reverenciaba a Aristóteles, Séneca y Virgilio. Para personificar a la filosofía prefirió Virgilio a otros teólogos cristianos; admitió a ciertos paganos distinguidos en lugares muy confortables del purgatorio. Fue más lejos aún; no vaciló en condenar al infierno a eminentes pontífices. En virtud de su potencia imaginativa y del calor y vigor de su estilo, Dante merece un puesto entre los más grandes poetas de todos los tiempos. Para el historiador es particularmente importante su acabado retrato de la mentalidad de fines de la Edad Media.

De "Civilizaciones de Occidente: su historia y su cultura" por Edward McNall Burns; Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1953.

domingo, 28 de octubre de 2012

Liberalismo y liberalismos

"La Libertad guiando al pueblo" de Eugene Delacroix


Durante mucho tiempo el liberalismo aparece como un bloque: para Benjamín Constant, liberalismo político, liberalismo económico, liberalismo intelectual y liberalismo religioso no constituyen más que los aspectos de una sola e idéntica doctrina. "He defendido durante cuarenta años -escribe- el mismo principio: libertad en todo, en religión, en literatura, en filosofía, en política; y por libertad entiendo el triunfo de la individualidad, tanto sobre la autoridad que pretenda gobernar mediante el despotismo, como sobre las masas que reclaman el derecho de sojuzgar a la minoría".

Esta concepción es la del siglo XVIII, para el que la unidad del liberalismo era un dogma indiscutible. Pero en el siglo XIX se produce un hecho capital: la fragmentación del liberalismo en varias ideologías distintas, aunque no siempre distinguidas:

- El liberalismo económico descansa sobre dos principios: riqueza y propiedad; se opone al dirigismo, aún aviniéndose con los favores del Estado; es el fundamento doctrinal del capitalismo.

- El liberalismo político se opone al despotismo; es el fundamento doctrinal del gobierno representativo y de la democracia parlamentaria.

- El liberalismo intelectual se caracteriza por el espíritu de tolerancia y conciliación; este espíritu liberal no es exclusivo de los liberales, algunos de los cuales se muestran incluso, notablemente intolerantes.


De la "Historia de las ideas políticas" de Jean Touchard; Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, 1971.

sábado, 27 de octubre de 2012

Las catedrales góticas


Parece inútil destacar la considerable originalidad de la arquitectura medieval. Los arquitectos y maestros de obra tenían ante sus ojos los ejemplos romanos y árabes que los indujeron a continuar en la senda de una arquitectura funcional y adaptar, dentro de la propia atmósfera cultural, sus construcciones a los fines que estaban destinados. Tal tendencia puede comprobarse en las viviendas urbanas y rurales, en los hospitales, monasterios, construcciones militares y, sobre todo, en las catedrales, típicas muestras de la arquitectura medieval.

Esas construcciones, ya del estilo románico (fines del siglo XI y primera mitad del XII) o del gótico (siglos XII y XIII), nombre que en sentido peyorativo se empleará en el siglo XVI, sin duda fueron, en gran medida, el resultado de los esfuerzos anónimos de artesanos iletrados, aunque no ha de descartarse la intervención técnica de "mecánica teóricos" y "arquitectos científicos" que comienzan a aparecer en esos tiempos. 

En oposición al templo pagano, en que solo penetraban los oficientes y dignatarios del culto, los templos cristianos debían cobijar el mayor número posible de fieles; por otra parte, la luminosidad que debía penetrar desde lo alto exigía grandes ventanales y con ellos elevados y delgados muros que, sin embargo, debían sostener el techo de la catedral: de allí la solución mediante ojivas, bóvedas y arbotantes característicos de la catedral gótica. Algunas de esas innovaciones son de origen árabe, pero los cristianos las perfeccionaron logrando crear un estilo arquitectónico propio.

La novedad de esos problemas técnicos, para los aún inexpertos constructores, explica que en la erección de las catedrales privaran reglas empíricas y el método de prueba y error puestos de manifiesto en la lentitud de las obras y en los fracasos, derrumbes y catástrofes que registran las crónicas. En buena medida, las catedrales que hoy se admiran son fruto de la concepción genial de sus creadores, pero también de la habilidad de los restauradores que corrigieron los errores de sus primitivos constructores.

De "Las revoluciones industriales" de José Babini; Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1972.

sábado, 6 de octubre de 2012

La "sensibilidad bárbara"

"La Yerra", acuarela de León Palliere

Hacia 1860 - 1870 el medio rural seguía siendo un "mundo de hombres" donde todavía predominaba lo que el historiador José Pedro Barrán denominó la "sensibilidad bárbara". Era un mundo "sin juez ni escuela", de comunicaciones todavía difíciles, con un paisaje que alertaba los sentidos, una demografía de "excesos" en la natalidad, la mortalidad y la tasa de masculinidad, una economía y una sociedad que promovían "la libertad física" y el "ocio" y en las que la ganadería y la vida política entroncaban con la violencia física. Sin embargo, las cosas habían comenzado a cambiar, aunque quizás todavía de forma no del todo perceptible. De mano de los inmigrantes, el lanar y la "modernización económica", comenzaron a darse cambios subterráneos en la sensibilidad que terminaron unas décadas más tarde en el triunfo del "disciplinamiento".

De un manual liceal de la Editorial Santillana.