domingo, 30 de agosto de 2009

La tetera de Russell


Bertrand Arthur William Russell fue un filósofo, matemático y escritor británico. Russell tuvo una vida apasionada, intensa y larga. Llegó en 1950 a consiguir el premio Nobel de literatura.

En 1952 el diario Illustrated le encargó un artículo que consistiría en una clara comparación con la religión y el escepticismo de las verdades irrefutables de la misma:

"Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que me cuidara de añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser vista aún por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de tal tetera se afirmara en libros antiguos, si se enseñara cada domingo como verdad sagrada, si se instalara en la mente de los niños en la escuela, la vacilación para creer en su existencia sería un signo de excentricidad, y quien dudara merecería la atención de un psiquiatra en un tiempo iluminado, o la del inquisidor en tiempos anteriores."


Un saludo a todos

sábado, 29 de agosto de 2009

Todas las cosas morirán



Todas las cosas morirán,
El río azul claramente derrama su corriente
bajo mi ojo.
Cálido y amplio, el viento del sur
arrasa los cielos;
Una tras otra, las blancas nubes son derretidas.
Cada corazón que esta mañana late con pasión,
lleno de precaria alegría,
algún día, sin embargo, morirá.

La corriente dejará de fluir,
La brisa cesará su canto,
Las nubes no flotarán,
El corazón ardiente callará,
pues todas las cosas morirán.

Todas las cosas morirán.
La primavera será tempestad;
La muerte aguarda en el umbral.

Yace abajo, bien abajo.
El la Oscuridad debemos reposar.
Las risas alegres permanecen graves;
y el canto de las aves,
o el viento sobre la colina,
no volverán a ser oídos.
¡Oh Miseria!
¡Escuchen todos! la Muerte nos llama
mientras derramo mis versos.

La mandíbula cae,
La mejilla cálida empalidece,
Los fuertes brazos se abaten,
El hielo y la sangre se mezclan,
La mirada se vuelve rígida;
Nueve veces la campana resuena:

Ustedes, almas alegres, adiós.
La vieja Tierra nació,
como los hombres saben,
en años perdidos.
Pero la vieja Tierra morirá.
Dejad entonces que el cielo ruja
y que las azules olas azoten la costa.
Nunca veremos a través de la eternidad,
todas las sutilezas que nacen,
algún día ya no serán,
pues todas las cosas morirán....


Lord Alfred Tennyson.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Alcanzado en combate (1914)

Un periodista de guerra se disponía a capturar el momento en el que se disparaba una de las piezas de artillería británica... La fotografía cumplió con su objetivo y podemos observar el disparo desde el cañón. Sin embargo, la sorpresa de este fotógrafo debió ser mayúscula cuando, al revelarla, descubría como, también en aquel instante, una bala enemiga alcanzaba al artillero inglés.

sábado, 22 de agosto de 2009

73 años del asesinato de García Lorca

En la noche del 17 al 18 de Agosto fue asesinado uno de los grandes poetas universales, español y andaluz. Su poesía y su obra teatral es reconocida por todo el mundo por tener un estilo muy personal. Una temática tan universal como local, hablando de unas calles de un pueblo de granada era cuando su literatura se hacía más global.Siempre comprometido con el pueblo, fue encargado del teatro itinerante "La Barraca" con la que se trasladó pueblo por pueblo llevando los clásicos del teatro a sus habitantes.
EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA
1. El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugosno osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen sabed
—¡pobre Granada!—,
en su Granada.
2. El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con
Ella,sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre,
los martillosen yunque—
yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte.
Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso,compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
3.
Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
Antonio Machado

jueves, 20 de agosto de 2009

Cómo descubrí que soy un perdedor...


Y por si fuera poco, mi nombre y apellido empiezan con A y siempre soy el primero de la lista... :(

martes, 18 de agosto de 2009

Disparando un láser al centro de la galaxia, desde Chile


Asombrosa toma en la que astrónomos del VLA (Very Large Telescope) en Chile disparan un láser muy potente al cielo para medir la distorsión de la atmósfera terrestre creando una estrella artificial. La imágen aunque parece sacada se Stars Wars es absolutamente real.

domingo, 16 de agosto de 2009

En algún lugar...


No sé si esta imágen es de este mundo pero yo quisiera estar allí. Mis sueños me van a llevar a ese lugar...

viernes, 14 de agosto de 2009

¿Quien era Floreal Avellaneda?




En agosto del 1976 el cuerpo de Floreal Avellaneda fue encontrado empalado en la costas del Río de La Plata, en la ciudad uruguaya de Colonia de Sacramento, junto a un grupo de cadáveres y reconocido poco después a raíz de un pedido de identificación de la justicia argentina a la uruguaya. El día que hallaron su cuerpo hubiera cumplido 15 años. Lo secuestraron un mes antes den represalia porque se había escapado su padre, un delegado gremial en una fábrica textil de la zona norte del Gran Buenos Aires. El padre de Floreal Avellaneda militaba en el Partido Comunista y Florea lo hacía en la Federación Juvenil Comunista. 33 años después llegó la sentencia. La justicia argentina condenó hoy a cadena perpetua de cumplimiento efectivo en la cárcel común al ex general Santiago Omar Riveros, asesino del joven militante comunista Floreal Avellaneda en 1976. Riveros fue imputado en su carácter de jefe del Comando de Institutos Militares con asiento en Campo de Mayo (1976-1978) y sobre él pesaban cargos por los delitos de homicidio agravado, seguido de muerte y tormentos de Avellaneda, de 14 años de edad.En su sentencia, el Tribunal Oral Federal de San Martín desestimó todos los pedidos de la defensa referidos a la prescripción de la causa, a la cosa juzgada, al apartamiento del juez natural y a los argumentos referidos al indulto.El órgano de justicia dio por acreditado que tras el secuestro, el 15 de mayo de 1976, Floreal Avellaneda y su madre, Iris Pereyra (sobreviviente y querellante) fueron llevados por un grupo de tareas a la comisaría de Villa Martelli, donde fueron torturados.Desde allí ambos fueron trasladados al centro clandestino de detención llamado "El campito" o "Los Tordos", en Campo de Mayo, y 20 días después Pereyra fue trasladada al penal de Olmos, donde permaneció dos años.El juzgado dio también por acreditado que el "Negrito" Avellaneda fue arrojado al Río de La Plata desde un avión que salió de Campo de Mayo y su cuerpo fue encontrado empalado en la costa de esa arteria fluvial en la ciudad uruguaya de Colonia.Además de Riveros, el tribunal condenó a 25 años de prisión a su jefe de inteligencia Fernando Werplatzen y al general Osvaldo García, a 18 años.Los oficiales Raúl Jarcich y Cesar Fragni fueron sancionados a ocho años de prisión y el comisario Alberto Aneto a 14, todos de cumplimiento efectivo en cárcel común en el penal de Marcos Paz.

Fuente: Prensa latina

domingo, 9 de agosto de 2009

Uruguay, mi pequeño gran pais

Me gusta este antiguo logo de Uruguay y quería compartirlo con ustedes.

jueves, 6 de agosto de 2009

La libertad según Rosa Luxemburgo


"La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido (por numeroso que éste sea) no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente"


Rosa Luxemburgo (1870-1919)

miércoles, 5 de agosto de 2009

LOS NIÑOS TRISTES de Rafael Barret

Dedicado a mi amigo Fernando en el dia de su cumpleaños.







Era en la plaza de un pueblo -cualquier pueblo de la campaña-. El día era hermoso; un sol radiante, una ligera brisa que refrescaba la piel acariciándola. Dieron las once y se abrieron las puertas de la escuela y salieron los niños. Los había de diversas edades: algunos hacía poco que sabían andar, otros parecían hombrecitos. Eran muchos. Iban en pequeños grupos; la mayor parte por parejas; unos pocos descarriados. Habían pasado tres horas sentados, inmóviles, mortificándose con las estupideces severas de los libros de texto. Salían silenciosos, cabizbajos. No corrían, no saltaban, no jugaban, no hacían ninguna diablura. El césped suave, amplio, no les sugería ninguna cabriola, ninguna carrera feliz de animales jóvenes. La campana de la iglesia dejaba colgar la cuerda hasta el suelo. Ninguno tocó la campana. Estaban serios. Estaban tristes. Tristes... Y tristes todos los días. Desde aquella mañana me he fijado en los niños paraguayos, niños graves que no ríen ni lloran. ¿Habéis visto llorar a los niños dichosos? Llanto bullicioso, trompeteo potente, llanto a medias fingido, deliciosamente despótico, que adivina los exagerados mimos de la madre y los exige y sabe que triunfa y es mitad llanto y mitad carcajada, grito de salud que regocija. Me consolaría oír ese llanto en los campos, en vez de fúnebre silencio. Aquí los niños no lloran: gimen o se lamentan. No ríen, sonríen. ¡Y con qué sabia expresión! La amargura de la vida ha pasado ya por esos rostros que no han empezado a vivir. Estos niños han nacido viejos. Han heredado el desdén y el escepticismo resignado de tantas generaciones defraudadas y oprimidas. Comienzan la existencia con el gesto fatigado de los que inútilmente la concluyen. Podemos medir el abatimiento de la masa campesina, la carga inmemorial de lágrimas y de sangre que en su alma pesa, por este hecho formidable: los niños están tristes. La presión de la desdicha nacional ha destrozado el misterioso mecanismo que renueva los seres, ha mancillado y falseado el amor. Los espectros del desastre de la guerra, y del desastre de la paz, la tiranía, han seguido a los amantes solitarios, y les han empañado los besos con su lúgubre sombra. Se han poseído los esposos en la desconfianza y en la ruina; no han temblado solamente de pasión. La voluptuosidad ha quedado impregnada de un recelo indestructible y aciago; la antorcha del inmortal deseo conserva reflejos de hoguera funeraria y por instantes parece símbolo de destrucción y de muerte. La obra parricida de los que esclavizaron el país ha herido la carne de la patria en lo más íntimo, vital y sagrado: en el sexo. Ha atentado a las madres, ha condenado a los hijos que aún no nacieron. ¡Cómo extrañarnos de que los niños, la flor de la raza, no abran sus pétalos a la luz y a la alegría! El árbol está desgarrado en sus mismas raíces. ¡Pobres niños inertes! Causa pena mirar sus cándidos, donde no hay curiosidad. No les importa el mundo. Taciturnos y pasivos como sus padres, dejan pasar las cosas que suelen ser crueles. ¿Para qué interesarse por nada? Poseen de antemano la melancólica sabiduría. Corren por sus venas inocentes algunas gotas de ese acre jugo que extraemos, a la larga, por toda filosofía, de la realidad injusta. Nada han probado aún y se diría que nada esperan ya. Un recuerdo me asalta, cada vez que pienso en los niños del pueblo. Poco antes de llegar a la aldea donde veraneo, un tren, hace quizá un año, atropelló a un niño. Las ruedas rompieron las débiles piernas y le arrancaron la cabeza del tronco. Los empleados recogieron el cadáver y lo dejaron en la plataforma de la estación. La víctima se había echado a dormir sobre los rieles, y no había oído el tren. Había tenido sueño, y tan profundo fue, tan semejante al de la muerte, que con la muerte misma se confundió. ¿O es que tal vez, al escuchar la muerte que venía, se sintió demasiado cansado, demasiado triste para despertarse? Creo ver todavía, sobre la arena caliente, el cuerpecito yerto y la lívida patita quebrada que de rodilla abajo aparecía desnuda, y los humildes pies descalzos, que no caminarían más, que pronto dormirían bajo la tierra hermana. Y al lado, la cabecita sangrienta, metida en un sombrero viejísimo, sin forma, por cuyos agujeros asomaban dos o tres bucles morenos, vivos y brillantes aún. Una mujer piadosa -la eterna Verónica- cubrió aquella miseria con un lienzo blanco y puro como la nieve. Habían avisado al jefe político y bajo sus órdenes cargaron los marchitos restos en un carro cualquiera. Un peón llevó la cabeza del niño en el raído sombrero. Entonces noté con espanto que al jefe le hacía gracia. ¡Oh innumerables niños tristes! Consagrémonos a hacer brotar la santa, la loca risa en sus labios rojos y nos salvaremos. Perdamos nosotros toda esperanza, con tal de que en los niños resplandezca. Evitemos que algunos se sientan en tal extremo rendidos a la pesadumbre de la fatalidad, que se duerman abandonados en medio del camino de la muerte y no la oigan venir.


Publicado en "Rojo y Azul", 10 de noviembre de 1907.