La música libera sustancias químicas en el cerebro que son responsables de hacernos sentir bien, dice una investigación.
El estudio, publicado en Nature Neuroscience, descubrió que los compuestos químicos se liberan en el momento en que sentimos más placer escuchando la música que nos gusta. Según los científicos de la Universidad de
McGill en Montreal, Canadá, ésta es la primera vez que se comprueba que
este compuesto químico, llamado dopamina, está vinculado a la música. Se sabe que la dopamina se incrementa en
respuesta a otros estímulos o actividades de recompensa como la comida,
las relaciones sexuales u obtener dinero. Esta sustancia también produce un estado de bienestar con ciertos estímulos tangibles, como estar enamorado. En el nuevo estudio, se encontró que los niveles
de dopamina eran hasta 9% más altos cuando los voluntarios estaban
escuchando música que les agradaba. Los investigadores afirman que este resultado es
significativo porque comprueba que los humanos obtenemos placer de la
música, una recompensa abstracta, que es comparable con el placer que se
obtiene de estímulos biológicos más básicos. La doctora Vicky Williamson, psicóloga musical del Goldsmiths College de la Universidad de Londres, recibió positivamente la investigación. Según la experta, hasta ahora los estudios no
han respondido porqué la música es tan importante para el ser humano, a
pesar de que han comprobado que es un hecho. "El estudio demuestra que la música está
vinculada con nuestros sistemas de recompensa más profundos", explica la
doctora Williamson.
"Escalofrío" musical
La investigación involucró escanear el cerebro
de ocho voluntarios durante tres sesiones, utilizando dos tipos
distintos de escáner. Esta muestra relativamente pequeña fue seleccionada de un grupo inicial de 217 personas. Esto se debió a que fue necesario que los
participantes experimentaran sensaciones de placer de forma consistente
al escuchar la misma pieza musical y sin que éstas se redujeran después
de múltiples repeticiones o en distintos ambientes. Se utilizó un tipo de escáner llamado tomografía
por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) en dos
sesiones. En la primera, los voluntarios escuchaban música que les daba
enorme placer y en la segunda debían escuchar música a la cual eran
indiferentes. En una tercera sesión, la música fue alternada
entre la placentera y la neutral mientras se les sometía a un escáner de
imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf). Los datos obtenidos de los dos distintos tipos
de escáner fueron analizados y los científicos pudieron estimar la
liberación de dopamina. La transmisión de dopamina fue más alta cuando los participantes estaban escuchando música que gozaban.
Respuesta emocional
Un elemento clave del estudio fue la medición de
la liberación de dopamina cuando los participantes estaban
experimentando su mayor respuesta emocional a la música. Para hacerlo, los científicos marcaron el
momento cuando los participantes sentían un escalofrío que les recorría
la espalda del tipo que mucha gente experimenta en respuesta a su música
favorita. Este "escalofrío" musical indicó cuándo los voluntarios sentían el placer máximo. Los escáneres mostraron una mayor transmisión de
dopamina cuando los participantes sentían el escalofrío. Y cuando
estaban escuchando la música que no les producía esa emoción, se
liberaba menos cantidad de esa sustancia. Tal como señala el doctor Robert Zatorre, quien
dirigió el estudio, "necesitábamos estar seguros que podíamos encontrar a
gente que sintiera escalofríos de forma muy consistente y precisa". "Porque una vez que los sometíamos al escáner, si no tenían escalofríos no teníamos nada que medir". "El otro factor que fue importante es que
deseábamos eliminar cualquier confusión potencial derivada de
asociaciones verbales, así que sólo usamos música instrumental". "Esto también eliminó a muchos de los que se
presentaron en la muestra original, porque la múscia que trajeron al
experimento y que les agradaba tenía letras", explica el investigador.
Artículo de "BBC Mundo" publicado el 14 de enero de 2011.