Entre los muchos problemas que  azotan a la humanidad, dos son de especial gravedad: la injusticia  social y la injusticia ecológica. Ambos deben ser abordados  conjuntamente si queremos poner en ruta segura a la humanidad y al  planeta Tierra.
La injusticia social es cosa antigua, derivada del modelo económico que,  además de saquear la naturaleza, genera más pobreza de la que puede  manejar y superar. Implica gran acumulación de bienes y servicios por un  lado, a costa de clamorosa pobreza y miseria, por el otro. Los datos  hablan por sí mismos: hay mil millones de personas que viven al límite  de la supervivencia con sólo un dólar al día, y 2.600 millones de  personas (40% de la humanidad) que vive con menos de dos dólares  diarios. Las consecuencias son perversas. Basta citar un hecho: existen  de 350 a 500 millones de casos de malaria, con un millón de víctimas  anuales, evitables.
Esta anti-realidad se ha mantenido invisible durante mucho tiempo para  ocultar el fracaso del modelo económico capitalista, hecho para crear  riqueza para unos pocos y no bienestar para la humanidad.
La segunda injusticia, la ecológica, está ligada a la primera. La  devastación de la naturaleza y el actual calentamiento planetario  afectan a todos los países, no respetando los límites nacionales ni los  niveles de riqueza o de pobreza. Lógicamente, los ricos tienen más  medios para adaptarse y mitigar los efectos dañinos del cambio  climático. Ante los eventos extremos, poseen refrigeradores o  calentadores, y pueden crear defensas contra las inundaciones que  destruyen regiones enteras. Pero los pobres no tienen cómo defenderse.  Sufren los daños de un problema que no han creado.
Fred Pierce, autor de El terremoto poblacional, escribió en el New  Scientist de noviembre de 2009: «los 500 millones de los más ricos (7%  de la población mundial) son responsables del 50% de las emisiones de  gases productores de calentamiento, mientras que el 50% de los más  pobres (3.400 millones de la población) son responsables de sólo el 7%  de las emisiones.
Esta injusticia ecológica difícilmente pueden hacerla invisible como la  otra, porque las señales están en todas partes, ni puede ser resuelta  sólo por los ricos, pues es mundial y les afecta también a ellos. La  solución debe nacer de la colaboración de todos de forma diferenciada:  los ricos, por ser más responsables en el pasado y en el presente, deben  contribuir mucho más con inversiones y con la transferencia de  tecnologías, y los pobres tienen derecho a un desarrollo ecológicamente  sostenible, que los saque de la miseria.
Seguramente no podemos descuidar las soluciones, pero ellas solas son  insuficientes, pues la solución global remite a una cuestión previa: al  paradigma de sociedad que se refleja en la dificultad de cambiar estilos  de vida y hábitos de consumo. Precisamos de solidaridad universal, de  responsabilidad colectiva y de cuidado de todo lo que vive y existe (no  somos los únicos que vivimos en este planeta y usamos la biosfera). Es  fundamental la conciencia de la interdependencia entre todos y de la  unidad entre Tierra y humanidad.
¿Se puede pedir a las generaciones actuales que se rijan por tales  valores si nunca antes han sido vividos globalmente? ¿Cómo operar este  cambio que debe ser urgente y rápido?
Tal vez solamente después de una gran catástrofe que afligiera a  millones y millones de personas se podría contar con este cambio  radical, hasta por instinto de supervivencia. La metáfora que se me  ocurre es ésta: si nuestro país fuera invadido y amenazado de  destrucción por alguna fuerza externa, todos nos uniríamos más allá de  las diferencias. Como en una economía de guerra, todos se mostrarían  cooperativos y solidarios, y aceptarían renuncias y sacrificios a fin de  salvar la patria y la vida. Hoy la patria es la vida y la Tierra  amenazadas. Tenemos que hacer todo para salvarlas.
Autor: Leonardo  Boff (Teólogo, filósofo, escritor, profesor y ecologista brasileño).
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2 comentarios:
Me dio mucha tristeza la nenita de la foto :(
A mí también me da tristeza ella y todos los niños y niñas que están en situación de pobreza...
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