sábado, 2 de mayo de 2009

Murió Idea Vilariño, una de las máximas voces poéticas de América Latina


Su lírica es como un árbol con las raíces al aire, manifiesta el escritor Eduardo Galeano. En su faceta de compositora escribió dos canciones musicalizadas por Viglietti y Zitarrosa


La muerte de Idea Vilariño, este martes a los 88 años, implica la pérdida de una de las principales poetas uruguayas, que integró la emblemática generación del 45, aunque quedan al descubierto las raíces de su poesía. La poesía de Idea era como un árbol crecido al revés, con las raíces al aire. Ese árbol seguirá estando, manifestó el escritor uruguayo Eduardo Galeano, al comentar la muerte de la poeta. Idea Vilariño es una de las voces poéticas más importantes no sólo de Uruguay, sino de América Latina, había dicho el escritor Mario Benedetti –actualmente hospitalizado– en mayo de 2005, cuando fue distinguida con el título de Ciudadana Ilustre de Montevideo. Es una poeta que tiene algo de misterio y de soledad, pero también muy expresiva en su cuota de amor (...) Yo la quiero mucho, hemos sido compañeros muchos años en varias empresas, agregó el escritor uruguayo, de 88 años. Idea Vilariño –quien nunca se casó ni tuvo hijos– falleció en la madrugada del martes en un sanatorio privado, tras haber sido intervenida, informaron fuentes del centro asistencial Casmu. Vilariño había sido internada dos días atrás y no pudo superar una cirugía por una oclusión intestinal y arterial, indicaron las fuentes.

Traductora y docente

Nacida en Montevideo el 18 de agosto de 1920 en el núcleo de una familia de poetas, Idea Vilariño fue poeta, ensayista y crítica literaria. Integró la generación del 45 junto a autores como Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Sarandy Cabrera, Carlos Martínez Moreno, Ángel Rama, Carlos Real de Azúa y Mario Arregui. La generación del 45, que surgió en el contexto de un incipiente proceso de deterioro económico, social y político de Uruguay, con perspectivas intelectuales diversas, fue uno de los movimientos más creativos de la literatura de ese país, impregnado de un culto al rigor, cierta autosuficiencia y el cuestionamiento a enfoques normalmente aceptados. Autora, entre muchas otras, de obras como La suplicante (1945), Cielo cielo (1947), Paraíso perdido (1949), Nocturnos (1955) y Poemas de amor (1957), Vilariño era además traductora, compositora –había estudiado piano y violín– y docente. Sus traducciones ganaron importante reconocimiento, como su versión de La tierra purpúrea, de William Henry Hudson, o sus traducciones de Shakespeare que han sido representadas en teatros de Montevideo. Como compositora se pueden mencionar dos canciones de la música popular uruguaya: A una paloma (musicalizada por Daniel Viglietti) y Canción y el poema (con música de Alfredo Zitarrosa). Fue profesora de literatura de enseñanza secundaria desde 1952 hasta el golpe de Estado en 1973, y tras la reinstauración del sistema democrático en 1985 obtuvo la cátedra de literatura uruguaya en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Figuró entre las fundadoras de las revistas Clinamen y Número, así como colaboradora de las publicaciones Marcha, La Opinión, Brecha y Texto Crítico.

Algunos de sus poemas:


Ya no

Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.



Un huésped

No sos mío
no estás
en mi vida
a mi lado
no comés en mi mesa
ni reís ni cantás
ni vivís para mí.

Somos ajenos
túy yo misma
y mi casa.

Sos un extraño
un huésped
que no busca no quiere
más que una cama
a veces.

Qué puedo hacer
cedértela
pero yo vivo sola


Desnudez total

Ya en desnudez total
extraña ausencia
de procesos y fórmulas y métodos
flor a flor,
ser a ser,
aún con ciencia
y un caer en silencio y sin objeto.

La angustia ha devenido
apenas un sabor,
el dolor ya no cabe,
la tristeza no alcanza.

Una forma durando sin sentido,
un color,
un estar por estar
y una espera insensata.

Ya en desnudez total
sabiduría
definitiva, única y helada.

Luz a luz
ser a ser,
casi en amiba,
forma, sed, duración,
luz rechazada.