Nosotros pensamos que la guerra es una maldición de nuestro destino, un síntoma fuerte de barbarie y de imperfección, que arrastra el pasado y que no dejará de influir en los hombres hasta que éstos lleguen a un término medio de normalidad, de equilibrio moral y de la más fácil satisfacción de las necesidades primordiales: cuando la solidaridad humana sea un hecho, cuando el conjunto no necesite del robo, ni del crímen para subsistir, la guerra no tendrá razón de ser. ¿Cuándo será ésto?...
Cuando seamos más humanos, menos bestias; cuando dejemos de estar condenados a nuestras pasiones y sujetos a las ajenas; cuando los que creen en Dios estén más cerca de él; cuando los que creemos en la moral, nos adaptemos estrictamente a ella. En fin, cuando la humanidad se vincule, dentro de un hecho real y positivo, a la fraternidad que demanda y pregona la sociedad fraternal.
La guerra no es un principio jurídico, no es un derecho porque éste no puede estar supeditado a la fuerza; no es un principio moral, porque la moralidad no puede estar sujeta al capricho de nadie; no es justa, porque la justicia es esencialmente equitativa; no es civilizadora, porque la civilización no puede ser sujeto, ni consecuencia de barbarie; no es humana, porque se endereza precisamente contra todo principio humano...
Luis G. Urbina*
* Luis G, Urbina (1864-1934): Literato y poeta mexicano, autor de "Antología Romántica", "La Vida Literaria de México", "Puestas del Sol", etc. Bella, muy bella es su célebre "Metamorfosis".
De "El Derecho de Saber" por Luis Umbert Santos; Editorial Humanidad, México DF, 1953.
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