Mahoma predicando en la Meca. Miniatura del siglo XV.
Un estadista mucho más eficiente aún, en cuya carrera el motivo del "retiro y regreso" está fuertemente acentuado, es el profeta Mahoma, que nació en el proletariado externo árabe del Imperio Romano en una época en que las relaciones entre el imperio y Arabia empezaban a entrar en crisis. En el paso del siglo VI de la era cristiana al VII, había llegado a su punto de saturación la impregnación de Arabia por las influencias culturales del imperio, lograda a través de un continuo y dilatado proceso de maduración social. Tenía que producirse alguna reacción de Arabia sobre el imperio, en forma de contradescarga de energía; y el destino de una y otra parte, en la interacción arábicorromana, dependía íntimamente del problema, aún no resuelto, de la dirección que tomase la inminente réplica árabe y del plano de actividad social que eligiese como principal campo de acción. Fue la carrera de Mahoma (vivebat circa 570-632 d.C.) la que dió a esos problemas su solución histórica; y el preludio de los dos nuevos alejamientos cruciales sobre los que gira la historia de la vida de Mahoma fue un movimiento de "retiro y regreso".
La vida social del Imperio Romano de la época de Mahoma tenía dos rasgos que debían impresionar profundamente el espíritu de cualquier observador árabe porque en Arabia brillaban por su ausencia. El primero de ellos era el monoteísmo religioso. El segundo era la ley y el orden gubernamental. La obra de Mahoma consistió en la traducción de esos dos elementos de la estructura social del "Rum" a una versión vernácula, y en el ensamblamiento del monoteísmo y el imperio arabizados en una institución magistral -la omnímoda institución del Islam-, cosa que logró al impartir al nuevo régimen una fuerza impulsora tan titánica que el nuevo régimen -concebido por su autor para hacer frente a las necesidades de los bárbaros de Arabia- rompió los límites de la península y conquistó todo el mundo siríaco desde las playas del Atlántico hasta las costas de la estepa euroasiática.
Esta obra, en la que Mahoma parece haberse embarcado cuando tendría unos cuarenta años (circa 609 d.C.), fue cumplida en dos etapas. En la primera de ellas, Mahoma se atuvo exclusivamente a su misión religiosa; en la segunda, la misión religiosa fue superada, y casi aplastada, por la empresa política. La primera andanza de Mahoma en una misión puramente religiosa fue el resultado de su regreso a la vida provinciana de Arabia después de un retiro parcial (c. 594 d.C. et seqq) a la exótica vida de caravanero entre los oasis de Arabia y los puertos del Imperio Romano en los bordes del desierto siríaco, a lo largo de las franjas de la estepa nortearábiga. En la segunda etapa, o sea la políticorreligiosa, de la carrera de Mahoma comenzó con el retiro (hijrah) del profeta de su nativo oasis mequinés al oasis rival de Yatreb (desde entonces conocido par excellence como Medina, "la ciudad del profeta").
En el hijrah -reconocida por los musulmanes como hecho tan crítico en la carrera del profeta que se la eligió para fijar la fecha inaugural de la era islámica- Mahoma abandonó la Meca en calidad de fugitivo perseguido. Después de siete años de ausencia, regresó a la Meca, no como exiliado a quien le alcanza una amnistía sino como amo y señor no sólo de la Meca sino de media Arabia. Se ve, pues, que la primera etapa de la carrera de Mahoma puede compararse con la carrera de Solón, y la seguna con la carrera de César.
Del "Estudio de la Historia", vol. III, de Arnold J. Toynbee; Emecé Editores, Buenos Aires, 1953.
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