Para quien ve en la Nación algo más que un agregado de individuos nacidos para producir y consumir cereales, los fundamentos de esta vida son la fraternidad de la fe, la conciencia de un ideal común y la asociación de todas las facultades para trabajar armónica y airosamente hacia la consecución de ese ideal. La primera condición de esta vida es la solemne declaración, hecha con el libre y unánime consentimiento de nuestra máxima sabiduría y virtud, de que Italia, al sentir que le ha llegado la hora de la madurez, se levante con espontáneo impulso, en nombre del deber y del derecho inherente al pueblo, para constituirse en una Nación de hermanos libres e iguales, y solicite ese puesto que por derecho le corresponde entre las naciones que ya se han constituido.
La condición siguiente es la declaración del cuerpo de principios políticos, morales y religiosos en que el pueblo italiano cree hoy día, el ideal común hacia el que quiere aproximarse, de la misión especial que la distingue de otros pueblos y a la que tiene intención de consagrarse para su propio beneficio y para beneficio de la Humanidad. Y la condición final es determinar los métodos que habrán de emplearse, y los hombres a quienes el país habrá de delegar la función de desarrollar la concepción nacional de la vida, y la aplicación de sus consecuencias prácticas en las múltiples ramas de la actividad social. Sin ellas, un país puede existir, tropezando de insurrección en insurrección, de revolución en revolución, pero no puede existir como Nación. Nuestro partido es fiel al ideal de las tradiciones de nuestro país, pero está pronto a armonizar con ellas las tradiciones de la Humanidad y las inspiraciones de la conciencia.
Lo que es verdad para una Nación, lo es para las relaciones entre las naciones. Las naciones son los individuos de la Humanidad. La organización nacional interna es el instrumento con que la Nación realiza su misión en el mundo. Las nacionalidades son sagradas, y están providencialmente constituidas para representar, dentro de la Humanidad, la división o distribución del trabajo para ventaja de los pueblos, como la división o distribución del trabajo dentro de los límites del Estado debería organizarse para el mayor beneficio de todos los ciudadanos. Si no buscan ese fin son inútiles y caen.
Del discurso "A los italianos", de Giuseppe Mazzini.
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