Desde el 24 del pasado mes de octubre, la Fuerza Aérea del Uruguay cuenta con cuatro espléndidos aviones a reacción entregados por los Estados Unidos a este país de acuerdo con el Convenio de Ayuda Mutua celebrado entre ambos. Son los primeros aviones a reacción de la aviación uruguaya. Los aparatos son Lockheed T-33, de una velocidad de crucero de 900 kilómetros por hora, una envergadura de 11,8 metros, caaces de levantar vuelo con un peso total de 7.250 kilogramos y habilitados para portar 4 ametralladoras y 50 bombas a gran distancia. Los T-33 constituyen una réplica de los F-80, siendo el Uruguay la primera nación que los recibe, de acuerdo, según decimos, al referido convenio.
Este tipo de máquinas ya era conocido en Montevideo pues en enero de 1954 llegaron aquí conduciendo al mayor general Ruben C. Hood, comandante de las fuerzas aéreas norteamericanas del Caribe y al mayor Charles E. Yaeger, piloto de prueba, el primer hombre que logró romper la barrera del sonido volando en un avión a reacción Bell X-1, en una oportunidad que se ha vuelto histórica en el desarrollo de la aviación. Con tal motivo, el aeropuerto de Carrasco fue escenario de una interesante y significativa ceremonia a la que asistieron autoridades nacionales uruguayas, encabezadas por el presidente del Consejo Nacional de Gobierno, Dn. Alberto Zubiría, así como el embajador de los Estados Unidos, señor Jefferson Patterson, miembros de las fuerzas armadas y diplomáticos y agregados militares, navales y aéreos de varios países americanos.
Arribados los aviones en medio de la general expectativa de autoridades y público congregados en el lugar, una banda militar ejecutó los himnos uruguayo y norteamericano, después de lo cual el embajador Patterson hizo entrega oficial de las máquinas al Inspector General de la Fuerza Aérea del Uruguay, general Hernán Barú, con breves palabras en las que señaló que los cuatro aparatos "simbolizan no solo los adelantos de la propulsión a chorro, sino, con más particularidad, la amistad que une a los pueblos de Uruguay y Estados Unidos". Después hicieron uso de la palabra el Ministro de Defensa Nacional, señor J. Florencio Guimaraens y el general Barú, agradeciendo al gobierno de los Estados Unidos y a los pilotos que trajeron los aparatos -coronel Stark, mayor Baize y capitanes Martineh y Hart- lo que el hecho significaba como expresión de amistad y colaboración entre ambas naciones.
El bautizo de estilo lo hizo la señora de Zubiría, quien rompió sobre la proa de uno de los aparatos una botella de champaña con los colores del Uruguay y los Estados Unidos. La expresiva ceremonia coincidió con el festival que se celebraba en recuerdo del pionero brasileño de la aviación Alberto Santos Dumont, lo que prestó mayor realce a los actos efectuados esa tarde.
Nota de la revista "Comentario", publicada por el Servicio de Información de los Estados Unidos, edición Nº 17, octubre de 1956.
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