"La balsa de la Medusa" de J. L. Géricault
El naufragio de la fragata francesa Medusa, ocurrido en la costa de África, en el año 1816, fue seguido de los grandes sufrimientos y privaciones experimentadas por su tripulación. Entre los incidentes a que dio origen una desgracia semejante, es de algún interés el que vamos a referir.
Al abandonar una parte de la tripulación el buque náufrago, se acogió a una balsa que provisionalmente habían formado con los fragmentos de la malhadada embarcación, pasando quince días en tan frágil asilo, en cuyo tiempo apuraron todos los rigores del hambre, la sed y los efectos del sol abrasador de un cielo tropical, siendo esto causa de que algunos de aquellos desgraciados perdieran la razón. Al fin pudieron verse libres de tan horrible situación, si bien habían perecido ya ciento treinta y cinco individuos de los ciento cincuenta que iban en el buque.
Al llegar a tierra fueron llevados a un hospital en que se hallaban faltos de espacio en que descansar, y amontonados, careciendo de los recursos más necesarios a la vida. Entre los que fueron a visitarlos, había un comerciante inglés, a quien uno de los pobres náufragos hizo la señal Masónica del socorro, la vista por el comerciante inglés movió a éste a acercarse y decirle: "Hermano mío, venid a mi casa, y estad seguro que estaréis en ella como en la vuestra". A lo cual, el náufrago francés contestó notablemente: "Os doy las gracias, hermano, pero no puedo aceptar la proposición que me hacéis, porque tendría que abandonar a mis compañeros de infortunio". "Pues bien, añadió el inglés, traedlos con vos"; y socorrió a todos con tal generosidad, que pronto olvidaron la desgracia que acababan de experimentar.
Del "Manual de la Masonería" de Andrés Cassard; Publicaciones Mundial, Barcelona, s/f.
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