Como otro de los servicios que más llama la atención de todos los que visitan la capital de Francia es el alumbrado público, hemos tratado de adquirir los datos necesarios para conocer, no solo su organización actual, sino sus antecedentes. La primera disposición relativa al alumbrado público de París, de que se tiene noticia, data del año 1318; fue dictada por Felipe V, y mandaba que durante la noche hubiese una candela encendida en la puerta del palacio de Chatelet, a fin de evitar los atentados que perpetraban los ladrones en la plaza en que estaba situada dicho palacio.
En 1558, un decreto del Parlamento, fecha 29 de agosto, prescribió la colocación de linternas o faroles de tela encendidos en la esquina de cada calle; pero tan solo durante el invierno, y desde las diez de la noche hasta las cuatro de la mañana: pocos meses después estos faroles fueron sustituidos por otros con cristales. El gasto del entretenimiento de este alumbrado debian satisfacerlo los vecinos, y el de instalación la Hacienda pública; como esta se hallase muy apurada, fue preciso vender todo el material adquirido, para pago de los obreros y fabricantes que lo habían proporcionado. Treinta años después, se dictó una ordenanza de policía que obligaba a los vecinos a establecer reverberos en cada sección de cuartel.
Durante la administración del teniente de policía Mr. La Reynie, el alumbrado por reverberos llegó a establecerse hasta en los arrabales más excéntricos; pero no encendía sino desde 1º de noviembre hasta fin de febrero; y así continuó, hasta que un decreto del Parlamento de 1671 dispuso que la temporada en que debía lucir, se contase, desde 20 de octubre a 31 de marzo. El alumbrado de París fue durante los primeros años de su instalación, una carga comunal, existiendo notoria semejanza con lo que ha acontecido en Madrid; pues también allí fue redimida, en virtud de un decreto de 28 de enero de 1668 y edicto del mismo mes de 1704.
El primer paso verdaderamente notable que se dió en la cuestión del alumbrado público se debió a la inteligencia de Mr. de Sartine, teniente general de policía, que abrió un concurso, cuyo tema era la fijación de condiciones que debía reunir el mejor sistema. Celebrado, se adjudicó el primer premio a Mr. Lavoisier, que demostró, de una manera concluyente, que el alumbrado de las ciudades debía tener por base la multiplicidad de focos de luz de poca intensidad. Adoptado este principio, en el año 1774 contaba ya París con 8.000 faroles; que fueron reemplazados por reverberos, llegando el número de estos en 1780, a 1.200. Los datos que obran en la administración central del departamento del Sena, prueban que al quinto año existían 4.112 reverberos, y que la luz de cada uno costaba, por hora, seis dineros (0,025 francos); viniendo a resultar doble del precio moderno: en 1834 había 5.437 reverberos con 12.600 mecheros para alumbrar las calles, y cada mechero no costaba más que 0,01647 por hora.
En 1824 había aparecido ya el alumbrado por gas, y desde entonces se constituyeron muchas sociedades que se dedicaban a hacer ensayos de aplicación, limitándose a explorar pequeños perímetros en distintos sitios de la ciudad. Estos ensayos dieron favorables resultados, y en poco más de diez años, el alumbrado por gas fue adoptado como tipo normal en París; pues tanto la administración como los particulares no pudieron menos de comprender muy pronto, las ventajas que proporciona, por el aseo y mayor desarrollo del foco luminoso. Antes de 1855, las condiciones de fabricación, distribución y uso del gas, fueron objeto de reglamentos de policía; pero ninguno de ellos podía evitar el grave inconveniente que resultaba de que distintas compañías explotasen por separado una zona y vendiesen el gas a diferentes precios, tanto a la villa de París, com a los particulares.
Las gestiones de la administración lograron la fusión de las compañías existentes en una sola, bajo el nombre de Compañía parisien del alumbrado y calefacción por gas. En compensación del monopolio concedido a esta compañía, que por decreto de 23 de julio de 1855 vino a ser concesionaria, por término de cincuenta años, del derecho exclusivo de establecer y conservar tubos para la conducción del gas, se obligaba a la misma:
1º: A reducir el precio del fluído a 30 céntimos por metro cúbico para los particulares, y a 15 para los servicios públicos.
2º: A pagar un derecho anual de 200.000 francos por el arriendo del subsuelo de la vía pública, ocupado por sus conductos; y otro de dos céntimos por metro cúbico de gas consumido en París.
3º: A realizar la canalización en todas las vías públicas que la administración designara, y a desarrollar los elementos de su fábrica, de manera que fuesen satisfechas las necesidades del consumo.
4º: A partir conla villa los beneficios obtenidos que excedieran de la suma del 10 por 100 del capital de 55.000.000 de francos: esto solo había de tener lugar desde el 1º de enero de 1872.
Además, la administración se reservaba el derecho de trasladar y hasta de levantar, por cuenta de la empresa y sin indemnización de ningún género, los tubos conductores del gas, siempre que así lo exigiese el interés públic; de determinar la dirección y diámetro de dichos tubos; y de autorizar una canalización especial en el límite de 1.000 metros de longitud, para ensayos de nuevos sistemas de alumbrado.El contrato de 1855 rigió, sin inconveniente ni obstáculo alguno, hasta 1860, en que fue preciso pensar en su modificación, a fin de garantir el buen servicio de los habitantes del territorio anexionado a París, que pagaban el gas a un precio más elevado, proporcionándoles las ventajas obtenidas para los del antiguo casco. Con este objeto la compañía parisién, que era ya concesionaria de la mayor parte de las jurisdicciones agregadas, tuvo que adquirir las concesiones hechas a otras sociedades.
Ya en la obligación de la compañía general del alumbrado, de surtir a todas las zonas que comprendía el ensanche, se encontró con que las condiciones del contrato de 1855, eran perjudiciales por el gran capital que exigían los gastos de canalización en las vías públicas poco habitadas, y se resistió a emprender el alumbrado de dichas zonas, a menos de que se abriera una cuenta separada para los ingresos y gastos procedentes de ellas, liquidándose las pérdidas o beneficios, en detrimento de la ganancia de la villa. Consentía, sin embargo, la compañía en no reclamar hasta 1872 el reembolso de las pérdidas sufridas, que debían abonársele, con los intereses compuestos, a razón del 6 por 100. También se obligaba a no separar del principal de esta cuenta, el importe de su deuda, que se pagaría con cargo a los beneficios que obtuviera la villa a partir desde esta época; y a no reclamar nada en el caso de que aquella no obtuviese beneficios.
Como era preciso crear un nuevo capital, para atender al desarrollo que debía adquirir la fabricación de gas para surtir a la zona agregada, se autorizó una emisión que elevara el capital social de la compañía a 80.000.000 de francos; y se convino que el exceso del producto del 10 por 100, a contar desde el que debían repartirse los beneficios entre la villa y la compañía, se entendiera con relación a este nuevo capital, en lugar del primitivo de 55.000.000. Se comprende, al simple exámen de las condiciones enumeradas, que si bien la compañía parisién recibía ventajas, la villa las adquiría también muy positivas; pues aseguraba la realización de un aumento en sus ingresos, a causa de la percepción del derecho sobre el gas, impuesto a la compañía, y que contribuye a favorecer la conservación de las plantaciones. Tal era la situación a principios de 1869. En esta época la villa se encontraba en presencia de serias dificultades con la compañía parisién de alumbrado, a causa de la percepción de los dos céntimos sobre el gas consumido.
Por otra parte, el desarrollo de la red de canalización en la zona agregada había llegado a ser insuficiente, y los habitantes reclamaban el alumbrado por gas en gran número de vías que carecían de él. Añadíase a esto la situación, relativamente apurada, en que se encontraba la hacienda de la villa de París, como consecuencia de los capitales invertidos en las grandes obras de mejora llevadas a cabo; y todo hacía desear se anticipase el momento de dividir los beneficios con la compañía, lo cual no debía tener efecto, como hemos dicho, sino desde 1872. En un avance hecho por las oficinas de la administración local, se demostraba, que este beneficio desde 1869, hubiera producido cerca de 5.000.000 de francos para los fondos municipales.
En 7 de febrero de 1870, y bajo el imperio de estas diversas necesidades y aspiraciones, se concertó con la compañía parisién el contrato que rige actualmente. En él se mantiene el pago de los dos céntimos por metro cúbico de gas consumido; pero se ha quitado la facultad concedida a la compañía de redimir esta obligación, mediante el pago de los derechos de consumo sobre la hulla. De este modo, se encuentra la villa en posesión de un ingreso seguro, y al abrigo de las alteraciones que pudieran sobrevenir en las tarifas de dicho impuesto. También se regulariza por el nuevo contrato la percepción de los derechos de consumo sobre los subproductos de la fabricación del gas, bajo el punto de vista de los intereses de la villa. Pero lo más importante, es la modificación introducida respecto a la época en que la villa había de principiar a percibir los beneficios con la compañía, fijándose esta desde 1869, en vez de serlo desde 1872.
No obstante, atendiendo a las nuevas cargas que se imponen a la compañía, al anticipo de tres anualidades que concedió a la villa, y a la deuda de esta por el alumbrado de la nueva zona desde 1861 a 1872, el contrato de febrero de 1870 no obliga a la compañía a la participación de beneficios con la villa, sino a partir de un ingreso sobre el 10 por 100 por dividendo e intereses de las obligaciones, que se fijan en 12.400.000 francos hasta 1887; y en 11.400.000 francos, desde este año hasta el fin de la concesión. Condiciones tan favorables a los intereses municipales, no podían menos de producir ventajosos resultados; así que en 1869, el presupuesto tuvo un ingreso de 5.000.000 de francos por la parte de beneficios correspondientes.
Los acontecimientos de 1870 y 1871 se hicieron sentir de modo notable, pues restringiendo la explotación creciente de la compañía parisién, resultó una disminución momentánea en las ventajas que se habían esperado. Por esto en 1870 se redujo la parte de beneficios de la villa a 1.350.000 francos, no percibiendo cantidad alguna en 1871. Desde 1872 ha vuelto a elevarse a 5.000.000 de francos; continuando en progresión, pues en 1874 se han obtenido 6.000.000; en 1875, 8.000.000; y 8.300.000 en 1876.
De la "Memoria sobre la administración municipal de París"; Imprenta y Litografía Municipal, Madrid, 1879.
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