La Kaaba es la piedra sagrada que los musulmanes adoran en La Meca.
A principios del siglo VII
apareció un movimiento religioso en los márgenes de los grandes imperios, el de
los bizantinos y el de los sasánidas, que dominaban la mitad occidental del
mundo. En La Meca ,
ciudad de Arabia occidental, Mahoma comenzó a convocar a los hombres y las
mujeres; pregonaba la reforma moral y la sumisión a la voluntad de Dios según
se manifestaba en lo que él y sus partidarios aceptaban como mensaje divino
revelado al propio Mahoma y que después se había reflejado en un libro, El Corán.
En nombre de la nueva religión,
el Islam, los ejércitos reclutados entre los habitantes de Arabia conquistaron
los países circundantes y fundaron un nuevo imperio, el Califato, que incluyó
gran parte del territorio del Imperio Bizantino y toda el área del sasánida, y
se extendió desde Asia Central hasta España. El centro del poder se trasladó de
Arabia a Damasco, en Siria, con los califas Omeyas, y después a Bagdad, en
Irak, con los Abasíes.
Hacia el siglo X, el Califato
estaba desintegrándose, y aparecieron califatos rivales en Egipto y España,
pero se mantuvo la unidad social y cultural que se había formado en su seno.
Gran parte de la población se había convertido en musulmana (es decir, se había
adherido a la religión del Islam), aunque pervivían grupos de judíos, de
cristianos y de otras comunidades; la lengua de los árabes se había extendido,
y se convirtió en el vehículo de una cultura que incorporaba elementos de las
tradiciones de los pueblos asimilados al mundo musulmán y se expresaba en la literatura
y en sistemas jurídicos, teológicos y espirituales.
Inmersas en diferentes ámbitos
físicos, las sociedades musulmanas desarrollaron instituciones y formas
específicas; los nexos establecidos entre los países de la cuenca del
Mediterráneo y los de alrededor del océano Índico crearon un sistema comercial
único y promovieron cambios en la agricultura y los oficios, de manera que
establecieron las bases del crecimiento de las grandes ciudades con una
civilización urbana que se expresaba en construcciones de un estilo islámico
carácterístico.
De “La Historia
de los Árabes” de Albert Hourani; Editorial Crítica, Buenos Aires, 2003.
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