Este poema sinfónico de Richard Strauss (1875-1949) simboliza el anhelo de la sabiduría y meditación a través de la interpretación libre de algunos trozos de la obra de Friedrich Nietzche (1844-1900) que lleva el título citado. El músico se basó, según sus manifestaciones, en el prólogo de la obra literaria:
Cuando Zaratustra tenía treinta años abandonó su patria y el lago de su patria y marchó a las montañas. Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante diez años no se cansó de hacerlo. Pero al fin su corazón se transformó, - y una mañana, levantándose con la aurora, se colocó delante del sol y le habló así:
«¡Tú gran astro! ¡Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!
Durante diez años has venido subiendo hasta mi caverna: sin mí, mi águila y mi serpiente te habrías hartado de tu luz y de este camino.
Pero nosotros te aguardábamos cada mañana, te liberábamos de tu sobreabundancia y te bendecíamos por ello. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan.
Me gustaría regalar y repartir hasta que los sabios entre los hombres hayan vuelto a regocijarse con su locura, y los pobres, con su riqueza.
Para ello tengo que bajar a la profundidad: como haces tú al atardecer, cuando traspones el mar llevando luz incluso al submundo, ¡astro inmensamente rico!
Yo, lo mismo que tú, tengo que hundirme en mi ocaso, como dicen los hombres a quienes quiero bajar. ¡Bendíceme, pues, ojo tranquilo, capaz de mirar sin envidia incluso una felicidad demasiado grande!
¡Bendice la copa que quiere desbordarse para que de ella fluya el agua de oro llevando a todas partes el resplandor de tus delicias!
¡Mira! Esta copa quiere vaciarse de nuevo, y Zaratustra quiere volver a hacerse hombre.»
- Así comenzó el ocaso de Zaratustra.
El poema sinfónico se divide en las secciones detalladas a continuación. Nosotros, por nuestra parte, destacamos algunos pasajes que pudieran tener especial significación:
a) INTRODUCCIÓN: Se escucha el motivo principal de la "Naturaleza".
b) DE LOS PROFESORES DEL TRASMUNDO (I. 3): Zaratustra no encuentra en los intérpretes del más allá, ni en los credos religiosos, la sabiduría o los conocimientos que busca para satisfacer las interrogantes de su espíritu. Se oye el coral: "Creo en un Dios".
c) DE LAS GRANDES ANSIAS (IV. 14): Yo te he enseñado, alma mía, a decir "hoy" como un "día" y "en otro tiempo", y a pasar bailando por encima de todo... Con la tempestad que se llama "espíritu" soplé sobre tu mar envuelto y expulsé de él todas las nubes y hasta estrangulé el estrangulador que se llama pecado... Todo te lo he dado, alma mía... Mi último don fue haberte dicho que cantes.
d) DE LAS ALEGRÍAS Y PASIONES (I. 5): Los goces sensoriales no consiguen satisfacer al protagonista.
e) LA CANCIÓN DEL SEPULCRO (II. 11): ..."¡Oh, miradas de amor, momentos divinos! ¡Oh, imágenes y visiones de mi juventud! ¡qué de prisa os desvanecisteis"
f) DE LA CIENCIA (IV. 15): Desarrollo entre los motivos de la naturaleza y la melancolía.
g) EL CONVALECIENTE (III. 13): "Haber de cantar nuevamente, ese es el consuelo que he inventado par mí, esa es la curación...".
h) LA CANCIÓN DANZA A (II. 10): "Como podría yo ser enemigo de las danzas o de los hermosos pies juveniles?... "Si me inclino a la sabiduría... es porque me recuerda bastante a la vida".
i) CANTO DEL SONÁMBULO (II. 9): "Mi gozo de dar ha muerto a fuerza de dar, mi virtud se ha cansado de sí misma por su propia exhuberancia... Y mi alma es también un surtidor... Y un canto de enamorado es también mi alma".
Fuentes: "Así hablaba Zaratustra" de Friedrich Nietzsche; Editorial Edaf S.L., Madrid, 2008 y "Apreciación Musical" (tomo II) de Manuel García Servetto; Mosca Hnos. S.A. editores, Montevideo, 1970.
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