El cuidador de automóviles visto por Miyo.
Otro espécimen típico de la fauna callejera montevideana es el cuidador de automóviles. Su existencia se debe también al subconsumo, al subempleo, a la necesidad de eludir o embozar la mendicidad con el mascarón de proa de un rebusque. El cuidador de automóviles, que nada cuida por cierto, ha sido sagazmente captado por un escritor costumbrista a cuya descripción me remito:
"Muchas veces se reprocha al Muncipio que adjudique el trabajo de cuidador de coches a personas jóvenes, en vez de reservar la actividad a ancianos desvalidos. Basta imaginar la magnitud de las tareas a cargo de nuestro hombre para concluir que sólo un dinamismo juvenil podría bastar para abarcarlas. Algún malintencionado dirá que el hombre de guardapolvo gris y gorra autoritaria sólo se hace visible cuando un coche se retira, momento en que aparece como un indispensable maestro de ceremonias que otorga prioridades, dirige la maniobra y despeja el camino. Con movimientos circulares del índice parece discar un teléfono invisible, mientras con la otra mano detiene la corriente del tránsito. Nadie, salvo las damas, obedece sus señales, pero nadie puede ignorar la mano extendida que indica el fin de la tarea y del espectáculo. Plumero simbólico bajo el brazo, inspecciona los espacios libres que van apareciendo, atribuye preferencias en proporción directa a la importancia de la dádiva que presume, gesticula, grita, simula enojos con invisibles rivales de su protegido y por fugaces minutos se convierte en el personaje más importante de la cuadra. Nodriza cuidadora de los tesoros cuya vigilancia asume espontáneamente, resulta a veces ineficaz en los momentos cruciales, cuando un descuidista decide tomar a su cargo el portafolios o el abrigo abandonado en algún asiento; pero fuera de esta triste circunstancia, ejerce a conciencia su cometido. La cortesía es su signo: la gorra se levanta con idéntica elegancia ante el generoso o ante el olvidadizo; es que el carácter voluntario, no tarifado y muchas veces sorpresivo del servicio, no le permite sino la exigencia sutil de una sonrisa o de una mirada llena de discretas esperanzas" (ROSSIELLO, 1968: 80-82).
De "Tipos humanos del campo y la ciudad" de Daniel Vidart; Editorial Nuestra Tierra, Montevideo, 1969.
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Prof. DANIEL VIDART
Antropólogo, docente, investigador, ensayista y poeta.
• Nació en 1920 en Paysandú, Uruguay.
• Antropólogo, estudió Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de la República.
• Profesor de Ciencias Geográficas en Educación Secundaria, Profesor de Sociología en el Instituto de Profesores "Artigas", y Profesor de Antropología Social en la Escuela Universitaria de Servicio Social de la Universidad de la República, hasta 1972.
• Fue, entre 1985 y 1988 Profesor Titular y Director del Departamento de Antropología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República, Uruguay.
• En 1973, trabaja como Investigador y Director del Centro de Estudios Agrarios, y en la Universidad Nacional como Docente de Antropología Cultural, Santiago, Chile.
• Profesor Honorario y Perpetuo de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia.
• Director del Centro de Estudios Antropológicos Dr. Paul Rivet desde 1962 a la actualidad y experto de la UNESCO en Investigación Sociocultural y Consejero Regional de Educación Ambiental para América Latina y el Caribe.
• Jefe del Departamento de Sociología Rural y Director del Centro de Recursos Humanos del Ministerio de Ganadería y Agricultura hasta 1972.
• Vicepresidente del Directorio del SODRE de 1952 a 1958.
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