Minhaj llegó en julio al campo de refugiados de Dadaab al borde de la muerte, hoy es un niño sano y risueño.
El pequeño Minhaj Gedi Farah llegó al campo de refugiados de Dadaab con apenas siete meses de vida y a punto de morir de hambre. Su sobrecogedora imagen dio la vuelta al mundo y se convirtió en símbolo de los miles de niños que luchan como él por sobrevivir a la devastadora hambruna que asola Somalia.
Con un peso de poco más de tres kilos (lo que pesa un niño al nacer en el mundo desarrollado), Minhaj estaba afectado de malnutrición y anemia severa. Su familia había perdido todas las esperanzas de que sobreviviera. Tras tres transfusiones de sangre y una alimentación intensiva con vitaminas alcanzó los cuatro kilos y pudo ser trasladado al hospital.
Hoy, tres meses después, nos llega la imagen de un Minhaj casi irreconocible. Es un niño risueño y rollizo, como les corresponde a los pequeños de su edad.
Con un peso de poco más de tres kilos (lo que pesa un niño al nacer en el mundo desarrollado), Minhaj estaba afectado de malnutrición y anemia severa. Su familia había perdido todas las esperanzas de que sobreviviera. Tras tres transfusiones de sangre y una alimentación intensiva con vitaminas alcanzó los cuatro kilos y pudo ser trasladado al hospital.
Hoy, tres meses después, nos llega la imagen de un Minhaj casi irreconocible. Es un niño risueño y rollizo, como les corresponde a los pequeños de su edad.
Vía │ La Provincia.es
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