El mes de abril de 1939, Mussolini escribió de su puño y letra un memorial que envió a Hitler. De ese documento se hicieron copias consignadas al rey y a mí. Afirmaba Mussolini que consideraba cosa inevitable, y para dentro de poco tiempo, una guerra entre las naciones ricas y las pobres; entre las de elevado coeficiente de natalidad y las de escaso aumento de población; entre las que tenían abundancia de materias primas y las que no tenían.
La paz de Versalles, más que remediar dicha situación, la había agravado enormemente. Según él no se vislumbraba esperanza ninguna de que surgiese una solución ecuánime en algún congreso. El porvenir era ineluctable y amenazador: combatir o perecer sofocados. Añadía Mussolini que, para esa lucha, se precisaba una preparación seria y completa. En cuanto a Italia, ya fuera por los desgastes demandados por la campaña de Etiopía y la represión que aún perduraba, de las revueltas; ya fuera por el concurso dado a la guerra de España, tenía necesidad de un lapso de varios años para completar su preparación militar.
Afirmaba que antes de 1943 no era de esperarse que el país y las fuerzas armadas estuvieran listos para afrontar una lucha, a la que juzgaba durísima y prolongada. Entre estos graves considerandos, interpolaba luego uno que disentía enormemente con todo lo demás. Declaraba que la fecha señalada: año 1943, la había fijado a fin de dar vida y desarrollo a la exposición universal que estaba preparando en Roma y que se verificaría en el año 1942. Se prometía obtener de ella una gran afluencia de divisas extranjeras que le servirían para completar sus disponibilidades bélicas.
Ahora bien, que en un clima tan turbio como el reinante en el año 1939, se pudiera esperar en el éxito de una exposición universal, era cosa que por lo menos merecía ponerse en duda. Además, que los ingresos monetarios obtenidos obtenidos por dicha exposición pudieran ser un aporte considerable a las finanzas italianas, hasta el punto de capacitarlas para sostener una guerra que se preveía de mucha duración, era una argumentación simplemente pueril. La impresión que saqué de la lectura del memorial, fue sumamente penosa.
De las "Memorias de Pietro Badoglio, Mariscal de Italia y ex Jefe de Gobierno"; S. A. Editorial Bell, Buenos Aires, 1947.
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