Recorríamos la ciudad salteña acompañando a un visitante extranjero.
- Este es el Obelisco a Rodó.
- ¡1922! -lee asombrado el camarada. En efecto: esta urbe fue todas la primera en rendir homenaje póstumo al maestro de Ariel. Los demás tributos admirativos vinieron después del suyo. Fue asimismo la iniciadora en otras cosas que entroncan con la vida moral, el intelecto, la inteligencia. Lo iremos probando. Lo consignaremos poco a poco, para que lo sepan los de afuera y no lo olviden los de acá.
"Numen", Salto, Nº 23, diciembre 1950.
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