Cuadro de F. Danhauser que representa a Franz Liszt ejecutando en el piano rodeado de María D'Agoult (junto al instrumento) y Aurora Dupin, cuyo seudónimo literario era Jorge Sand junto a Federico Chopin. De pie de izquierda a derecha: Víctor Hugo, Paganini y Rossini. (Viena, 1840).
Desde comienzos del siglo XIX el piano se populariza y da lugar a una literatura musical especial destinada más que a los conciertos, al ambiente del Salón Romántico, donde se reúnen amistades selectas, escritores, artistas, etc., y se rendía culto permanente a la inteligencia y la belleza.
Allí el músico encontraba una atmósfera de comprensión y gentes ávidas de gustar el contenido de una obra. La música no podía obtenerse por otros medios fuera de la presencia misma del artista, y su figura era altamente apreciada.
Aquellas reuniones fueron verdaderos escenarios culturales aunque no hubiera sido más que por las admirables obras de arte que supieron acoger e inspirar. Las obras de un Schubert en Viena, de un Chopin en París, de un Liszt en toda Europa, etc., y multitud de otras figuras menores que ejercían un noble rol de difusión estética, probó que aquel público supo tener buen gusto, fina intuición y delicadeza de espíritu.
Allí nacieron pues, las llamadas formas pianísticas románticas, en ese clima de vivo aliciente y estímulo, que recibió también el nombre de "Salón Literario"
De "Apreciación Musical", tomo II, de Manuel García Servetto; Mosca Hnos. S.A. editores, Montevideo, 1977.
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