Antoine Lavoisier (1743-1794), asentista y poseedor de una brillante fortuna, no pudo escapar, a pesar de sus talentos y virtudes, a la rabia sanguinaria de los niveladores de 1793. Estando delante del tribunal revolucionario, que le condenó a muerte, pidió en vano que le fuese concedida una dilación de algunos días para terminar indagaciones del más alto interés: "La república, respondió el feroz Dumas, no necesita sabios ni químicos". Lavoisier pereció el 8 de mayo de 1794, a la edad de 49 años, en la fuerza de sus facultades. Al saber esta pérdida fatal, Lagrange, otra ilustración de la inteligencia humana, dijo a Delambre que se hallaba a su lado: "Un solo momento les ha bastado para hacer caer esta cabeza, y tal vez cien años no serán suficientes para producir otra semejante".
De "Lecciones de Química Elemental" (tomo I), por M. J. Girardin; Librería de Rosa, París, 1842.
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