"Mis dos hijos (uno de 10 y otro de 13 años) trabajaban en la fábrica de Milnes, en Lenton. Entran en ella a las 5 y media de la mañana y no paran hasta la hora del té o del desayuno. Disponen de media hora para comer y vuelven a su casa a las diez menos cuarto. Es corriente que el trabajo se prolongue hasta las diez, hasta las once y hasta las doce. Ganan entre 6 chelines y 2 peniques por semana. Uno de ellos, el mayor, trabajó dos años en la fábrica de Wilson, ganando 2 chelines tres peniques por semana. La dejó porque el vigilante le pegaba y le arrancó un diente. Me quejé y lo despidieron. Ahora trabajan 16 horas y, como es natural, cuando llegan a casa a las 10 y media están muy cansados. Me he visto obligado a golpearlos con una correa y a pincharles para que despierten. Me ha causado un enorme dolor el tener que hacerlo"
Declaraciones de un padre, 1833.
yo creo que no hemos cambiado tanto y en muchos paises del mundo se sigue explotando a los niños en la fabricas igual o peor que antes
ResponderBorrarsi les quedan dudas miren el caso de los chinos
Comparto plenamente lo que dijiste Nachito...
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