Me fascina la personalidad de José Enrique Rodó. He intentado indagar en su misterio pero cada respuesta que encuentro me genera una nueva pregunta. He leído detenidamente a Ariel y no puedo sintetizar lo que representa, cualquier intento de mi parte sería una mueca grotesca del mensaje de Rodó. Su dedicatoria dice: "A la juventud de América" pero mas que para jóvenes es una obra para intelectuales formados. Disto mucho de ser eso. Sin embargo algo me ha quedado del mensaje de Ariel porque aunque han pasado mas de cien años de su aparición, su eterna oposición a Calibán sigue presente aunque haya tomado nuevas formas. Definitivamente estoy convencido de que Rodó y el maestro Próspero son la misma persona y de alguna forma todos los que le han leído han estado en su clase mas allá de las épocas y los lugares. ¡Cómo lamento su temprana muerte a los 46 años en 1917!. Cuánto mas hubiera generado su pluma optimista y bienintencionada. Pero también creo que el mundo que vino después hubiera destruído su idealismo poético, quizás por eso no quiso verlo. Por eso se fue para no volver y terminó solo en un hotel olvidado de Palermo. Quizás sabía que su mundo se terminaba, ya no tenía tiempo. Me resulta fascinante ver somo este hombre marcó el fin de una época. Recientemente he leído el hermoso libro de Fernando Loustaunau: "Diario de un demócrata moribundo", mis felicitaciones a este autor uruguayo que me ha permitido ahondar en la personalidad del maestro, porque ha penetrado el campo de su vida privada, un tema del que Rodó dejó muy pocas pistas y en el que muy pocos han querido indagar. Sin embargo ha corrido el velo y hemos podido ver algo, aunque sea un breve rayo de luz que nos recuerda que mas allá del Rodó de bronce y mármol hubo un ser humano como nosotros. Espero que dentro de cien años sea recordado y quizás mas comprendido que hoy. Rodó me fascina aunque apenas estoy empezando a conocerlo.
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