jueves, 30 de agosto de 2012

Enfrentando la crisis


...Nuestra tarea primordial y máxima consiste en poner a la gente a trabajar. Este no es un problema insoluble si lo afrontamos con prudencia y valentía... Esa labor puede ser auxiliada si se hacen esfuerzos definidos con el fin de elevar los precios de las cosechas agrícolas y, con esta fuerza económica adquirir la producción total de nuestras ciudades...
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Se puede contribuir a ella si se insiste en que los gobiernos federal, estatal y local impongan una reducción inmediata y drástica de sus gastos. Puede ayudársele unificando las actividades de socorro que, a la fecha y con frecuencia, son dispersas, antieconómicas y desiguales. Puede ser auxiliada mediante la planificación nacional y la supervisión de todas las formas de transporte y comunicaciones, así como de otros servicios de naturaleza netamente pública...
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Por último, en nuestro camino hacia la reanudación del trabajo, necesitamos dos garantías para impedir que vuelvan los males anteriores: debe haber una supervisión estricta de todas las operaciones bancarias, así como de los créditos e inversiones; hay que poner término a las especulaciones que se hacen con el dinero de la gente y contar con una disposición que establezca una moneda corriente adecuada y firme...

En la esfera de la política mundial, es mi deseo que esta nación se consagre a la política de buen vecino -el que definitivamente se respeta a sí mismo y, por ello, respeta los derechos de los demás-, el que acata sus obligaciones  y la solemnidad de sus pactos en un mundo de vecinos y con éstos...

Solicitaré del Congreso el instrumento que me falta para hacer frente a la crisis, esto es, que se me otorguen amplias facultades ejecutivas para emprender una guerra contra las necesidades urgentes, tan grandes como las que podrían concedérseme si, en realidad, estuviésemos invadidos por un enemigo extranjero...

Franklin Delano Roosevelt

Discurso al asumir la Presidencia, 1933.

martes, 28 de agosto de 2012

El diccionario "Vastus"



Obra moderna basada en la última edición del Diccionario de la Academia Española y que, además de las etimologías, sinónimos, antónimos y parónimos, conjugación de los verbos irregulares, plurales anómalos, tecnicismos, etc., está enriquecida con todas las voces de uso corriente en América. La parte enciclopédica es sumamente amplia y se ha completado con numerosos grabados de interés general y un magnífico Atlas.


Portada del "VASTUS: Diccionario enciclopédico ilustrado de la lengua castellana" (VIII edición); Editorial Sopena, Buenos Aires, 1949.

Tengo en mi biblioteca un ejemplar de la octava edición de este diccionario enciclopédico que fue impreso y publicado en la Argentina por la Editorial Sopena. Su primera edición está fechada en 1949 y la que yo poseo es la octava, que data de 1949. Forma parte de una familia de diccionarios temáticos que la Editorial Sopena Argentina publicó por esos años, con nombres tales como Mentor, Vastus, Magnus, Brevis, Parvus, etc.  Me parecen obras toscas pero hermosas. 

lunes, 20 de agosto de 2012

¿Quién fue, en su opinión, el científico más grande que jamás existió?



Si la pregunta fuese "¿Quién fue el segundo científico más grande?” sería imposible de contestar. Hay por lo menos una docena de hombres que, en mi opinión, podrían aspirar a esa segunda plaza. Entre ellos figurarían, por ejemplo, Albert Einstein, Ernest Rutherford, Niels Bohr, Louis Pasteur, Charles Darwin, Galileo Galilei, Clerk Maxwell, Arquímedes y otros.

Incluso es muy probable que ni siquiera exista eso que hemos llamado el segundo científico más grande. Las credenciales de tantos y tantos son tan buenas y la dificultad de distinguir niveles de mérito es tan grande, que al final quizá tendríamos que declarar un empate entre diez o doce.

Pero como la pregunta es "¿Quién es el más grande ?”, no hay problema alguno. En mi opinión, la mayoría de los historiadores de la ciencia no dudarían en afirmar que Isaac Newton fue el talento científico más grande que jamás haya visto el mundo. Tenía sus faltas, viva el cielo: era un mal conferenciante, tenía algo de cobarde moral y de llorón autocompasivo y de vez en cuando era víctima de serias depresiones. Pero como científico no tenía igual.

Fundó las matemáticas superiores después de elaborar el cálculo. Fundó la óptica moderna mediante sus experimentos de descomponer la luz blanca en los colores del espectro. Fundó la física moderna al establecer las leyes del movimiento y deducir sus consecuencias. Fundó la astronomía moderna estableciendo la ley de la gravitación universal.

Cualquiera de estas cuatro hazañas habría bastado por sí sola para distinguirle como científico de importancia capital. Las cuatro juntas le colocan en primer lugar de modo incuestionable.

Pero no son sólo sus descubrimientos lo que hay que destacar en la figura de Newton. Más importante aún fue su manera de presentarlos.

Los antiguos griegos habían reunido una cantidad ingente de pensamiento científico y filosófico. Los nombres de Platón, Aristóteles, Euclides, Arquímedes y Ptolomeo habían descollado durante dos mil años como gigantes sobre las generaciones siguientes. Los grandes pensadores árabes y europeos echaron mano de los griegos y apenas osaron exponer una idea propia sin refrendarla con alguna referencia a los antiguos. Aristóteles, en particular, fue el "maestro de aquellos que saben”.

Durante los siglos XVI y XVII, una serie de experimentadores, como Galileo y Robert Boyle, demostraron que los antiguos griegos no siempre dieron con la respuesta correcta. Galileo, por ejemplo, tiró abajo las ideas de Aristóteles acerca de la física, efectuando el trabajo que Newton resumió más tarde en sus tres leyes del movimiento. No obstante, los intelectuales europeos siguieron sin atreverse a romper con los durante tanto tiempo idolatrados griegos.

Luego, en 1687 publicó Newton sus Principia Mathematica , en latín (el libro científico más grande jamás escrito, según la mayoría de los científicos). Allí presentó sus leyes del movimiento, su teoría de la gravitación y muchas otras cosas, utilizando las matemáticas en el estilo estrictamente griego y organizando todo de manera impecablemente elegante. Quienes leyeron el libro tuvieron que admitir que al fin se hallaban ante una mente igual o superior a cualquiera de las de la Antigüedad, y que la visión del mundo que presentaba era hermosa, completa e infinitamente superior en racionalidad e inevitabilidad a todo lo que contenían los libros griegos.

Ese hombre y ese libro destruyeron la influencia paralizante de los antiguos y rompieron para siempre el complejo de inferioridad intelectual del hombre moderno.

Tras la muerte de Newton, Alexander Pope lo resumió todo en dos líneas:

"La Naturaleza y sus leyes permanecían ocultas en la noche. Dijo Dios: ¡Sea Newton! Y todo fue luz.”

De "Cien preguntas básicas sobre la ciencia" de Isaac Asimov; Alianza Editorial, Madrid, 2010.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Como América perdió el tren


Los Estados Unidos podrían haber lanzado un satélite antes de que los soviéticos proyectaran el Sputnik. Un cohete del Ejército de los Estados Unidos, lanzado desde Cabo Cañaveral el 20 de septiembre de 1957, pudo haber logrado velocidad fácilmente. Debido a órdenes del gobierno, la última parte era un casco vacío, de modo que no tuvo el combustible y el impulso para volar en órbita. El equipo de Wernher von Braun solamente tardó veintiocho días en preparar un satélite para volar en órbita en torno a la Tierra, una vez que fue dada la orden de hacerlo.

De la revista "Muy Interesante"; marzo de 2003.

jueves, 9 de agosto de 2012

Ariel



I


Aquella tarde, el viejo y venerado maestro, a quien solían llamar Próspero, por alusión al sabio mago de La Tempestad shakespeariana, se despedía de sus jóvenes discípulos, pasado un año de tareas, congregándolos una vez más a su alrededor.

Ya habían llegado a la amplia sala de estudio, en la que un gusto delicado y severo esmerábase por todas partes en honrar la noble presencia de los libros, fieles compañeros de Próspero. Dominaba en la sala —como numen de su ambiente sereno— un bronce primoroso, que figuraba al ARIEL de La Tempestad. Junto a este bronce, se sentaba habitualmente el maestro, y por ello le llamaban con el nombre del mago a quien sirve y favorece en el drama el fantástico personaje que había interpretado el escultor. Quizá en su enseñanza y su carácter había, para el nombre, una razón y un sentido más profundos.

Ariel, genio del aire, representa, en el simbolismo de la obra de Shakespeare, la parte noble y alada del espíritu. Ariel es el imperio de la razón y el sentimiento sobre los bajos estímulos de la irracionalidad; es el entusiasmo generoso, el móvil alto y desinteresado en la acción, la espiritualidad de la cultura, la vivacidad y la gracia de la inteligencia, —el término ideal a que asciende la selección humana, rectificando en el hombre superior los tenaces vestigios de Calibán, símbolo de sensualidad y de torpeza, con el cincel perseverante de la vida.

La estatua, de real arte, reproducía al genio aéreo en el instante en que, libertado por la magia de Próspero, va a lanzarse a los aires para desvanecerse en un lampo. Desplegadas las alas; suelta y flotante la leve vestidura, que la caricia de la luz en el bronce damasquinaba de oro; erguida la amplia frente; entreabiertos los labios por serena sonrisa, todo en la actitud de Ariel acusaba admirablemente el gracioso arranque del vuelo; y con inspiración dichosa, el arte que había dado firmeza escultural a su imagen había acertado a conservar en ella, al mismo tiempo, la apariencia seráfica y la levedad ideal.


Próspero acarició, meditando, la frente de la estatua; dispuso luego al grupo juvenil en torno suyo; y con su firme voz —voz magistral, que tenía para fijar la idea e insinuarse en las profundidades del espíritu, bien la esclarecedora penetración del rayo de luz, bien el golpe incisivo del cincel en el mármol, bien el toque impregnante del pincel en el lienzo o de la onda en la arena,—comenzó a decir, frente a una atención afectuosa:


II

Junto a la estatua que habéis visto presidir, cada tarde, nuestros coloquios de amigos, en los que he procurado despojar a la enseñanza de toda ingrata austeridad, voy a hablaros de nuevo, para que sea nuestra despedida como el sello estampado en un convenio de sentimientos y de ideas.

Invoco a ARIEL como mi numen. Quisiera para mi palabra la más suave y persuasiva unción que ella haya tenido jamás. Pienso que hablar a la juventud sobre nobles y elevados motivos, cualesquiera que sean, es un género de oratoria sagrada. Pienso también que el espíritu de la juventud es un terreno generoso donde la simiente de una palabra oportuna suele rendir, en corto tiempo, los frutos de una inmortal vegetación.

(...)

De "Ariel" de José Enrique Rodó; (1900)

sábado, 4 de agosto de 2012

El suicidio del Principe de Condé


Louis Joseph de Bourbon (1756-1830), noveno y último Príncipe de Condé y Duque Enghien, además de Príncipe de Sangre Real. La mañana del 27 de agosto de 1830, el Príncipe de Condé fue encontrado estrangulado con una cuerde en el cuello, cuyo extremo se encontraba atado a una ventana, extrañamente los pies del duque tocaban tierra. 

Nada en el vida de Luis Enrique hacía presagiar una acción suicida. Rápidamente circuló el rumor que había sido mandado a asesinar por Luis Felipe de Orleans y su esposa María Amalia para hacerse con la fortuna heredada de su hijo. El confesor de Luis Enrique, el abad Pellier de Lacroix, declaró públicamente que el último príncipe de Condé era inocente de su muerte (el suicidio era proscrito como delito y herejía). 

La tesis del asesinato, sin pruebas concretas, se basaba en la presunta intención que tenía Condé en modificar su testamento en favor de Enrique de Artois, Duque de Bordeaux. Al saber esto, los padres del heredero habrían encargado el asesinato emulando un suicidio. Los Orleans y sus seguidores se empecinaron en demostrar su inocencia basándose en la amistad que tenían con Condé, además de las falta de pruebas de que éste último quisiera modificar su testamento.

Hoy se sostiene que la causa más probable haya sido un intento de estrangulamiento practicado con fines eróticos. En esto habría estado implicada su antigua amante la Baronesa de Feuchères, quien en un intento de encubrir la vergonzosa situación, simuló un suicidio con la ayuda de su hermano.